Susana Ruberte

Susana Ruberte, la primera mujer enóloga de Aragón

«En la bodega siempre hay que estar probando, innovando y mejorando cada día»

Ha formado a 687 alumnos, catado vino de 55 países vinícolas y 679 denominaciones de origen y ha degustado 296 variedades de uva. Este es el extraordinario palmarés que ha conseguido, en tan solo siete años, el aragonés Jorge Orte Tudela.

¿Cuándo y dónde te formaste?

Comencé con mis estudios en Enología en 1979. Durante tres años estuve en Madrid en la Escuela del Vino donde me formé como enóloga. Anteriormente había cursado una formación profesional de química en Barcelona.

¿De dónde te viene tu pasión por el vino?

Mi padre es el «culpable» de mi pasión por el vino, él fue quien me inculcó el amor por esta profesión. De pequeña siempre lo veía «metido en faena»: trasegando, mezclando vinos y buscando un buen buque que gustase a sus clientes. A mí me encantaba estar con él, podía permanecer horas observando lo que hacía. Pasábamos mucho tiempo juntos en el laboratorio y él me dejaba al cargo para que no pasasen los análisis. Eran tareas insignificantes, pero a mí me hacían sentir muy bien, sentía que era una gran responsabilidad y estaba siempre con los cinco sentidos atenta a todo lo que se «cocía» allí.

En un primer momento, mis padres me enviaron a estudiar Administración a Zaragoza, pero he de reconocer que eso de estar rodeada de papeles nunca ha sido lo mío.  Por eso, un día les planteé cuál era mi verdadera pasión: estudiar enología y seguir los pasos de mi padre. Siempre me apoyaron en mi decisión, a pesar de las dudas que les generó al principio. Hay que tener en cuenta que el mundo del vino siempre ha sido, principalmente, masculino y más en aquellos años. La enología no estaba considera un oficio de mujeres.

Tus hijas te ayudan ahora en la bodega, ¿cuál es el mejor consejo que les has dado?

En estos momentos, está conmigo mi hija pequeña, Ana, que también ha estudiado el grado de Enología. En su caso, lo ha cursado en Cariñena.

Siempre he intentado trasmitirles que lo más importante es hacer lo que a uno le apasiona. Si trabajas en algo que te gusta y disfrutas con lo que haces no es un trabajo, sino un placer. Por eso, siempre trato de inculcarles la pasión que yo tengo, aunque hay ocasiones en las que es muy duro.

Susana Ruberte es la primera mujer enóloga de Aragón y está al frente de Bodegas Ruberte, perteneciente a la Denominación de Origen Protegida Campo de Borja. Desde el año 2016, dirige Bodegas Monasterio de Veruela, dedicadas a la elaboración de cava y ubicadas también en la localidad de Ainzón de esta comarca zaragozana. Monasterio de Veruela pertenece a la Denominación de Origen Cava y parte de su espacio son cuevas subterráneas que ocupan unos 600 metros cuadrados. Con este proyecto, en el que está directamente inmersa una de sus hijas, Susana cumplió uno de sus sueños: poder elaborar cava en su propia bodega.

Ruberte, gran apasionada de viticultura y de todo lo que le rodea, está también muy vinculada y comprometida con las acciones solidarias que se hacen la comunidad en torno al vino, como el reto anual de Mujeres Diviñas, al que siempre asiste o participa, de una u otra manera.

¿Cuál es tu labor principal dentro de la bodega?

En estos momentos, me toca hacer más trabajo de gerencia que de enología, aunque siempre estoy pendiente de la elaboración y de los viñedos. Me encanta la época de vendimia que para nosotros es el momento más importante del año. Cada campaña, la uva llega en unas condiciones diferentes y hay que dar lo mejor de uno mismo para conseguir los mejores vinos. En la bodega, 2+2 nunca son 4 y eso es una de las cosas que más me gustan. Siempre hay que estar probando, innovando y mejorando día a día.

Si no te hubieras dedicado al mundo del vino, ¿qué hubieras hecho?

Ahora mismo, me encantaría tener un negocio relacionado con el turismo rural, una casa, un hotelito pequeño con encanto… En definitiva, poder enseñar las maravillas de nuestra tierra.

«Cada campaña, la uva llega en unas condiciones diferentes. En la bodega, 2+2 nunca son 4 y eso es una de las cosas que más me gustan»

¿Qué características tiene el vino aragonés, independientemente de la denominación, que no tiene ningún otro vino en España?

Las bajas temperaturas del invierno hacen que los vinos tengan una buena acidez, lo que ayuda a mantener más tiempo los aromas. En verano las viñas sufren por las altas temperaturas y la escasez de lluvia que, en algunas ocasiones, provoca estrés hídrico. Esto último se traduce en vinos con más carácter, con más cuerpo, buena estructura y graduaciones entre los 14º y 15º.

¿Cuál es la mayor alegría que te ha dado el vino?

Ver y sentir cómo el proyecto que comenzaron mis padres ha ido creciendo poco a poco implicando a diferentes generaciones de la familia. Me encanta cuando vienen amigos de mis padres y me dicen «si viesen esto estarían muy orgullosos». Es una de las mayores satisfacciones. Además, estoy especialmente orgullosa de tener a mi lado a una persona que tiene la misma pasión que yo y con la que puedo compartir todo: mis sueños y también mis desvelos.

En 2016 ampliasteis el negocio adquiriendo Bodegas Monasterio de Veruela, dedicadas a la elaboración de cava, ¿cómo ha sido esta experiencia hasta el momento?

La experiencia está siendo muy buena y estoy especialmente contenta por la implicación de mi hija. De hecho, es su proyecto.  Yo estoy a su lado para aconsejarle y ayudarle en todo lo que necesite y, como madre, eso es una gran satisfacción.

El proyecto se basa en la elaboración de cava BrutNature con una buena crianza en botella. Las características de la bodega, principalmente sus bajas temperaturas, hacen que sea el marco ideal para ello.

La verdad es que el resultado está gustando mucho y el cava está siendo todo un éxito. La gente que no está acostumbrada a tomar cava, lo prueba y te dice: «este sí que me gusta». Y esto es, precisamente, lo que nos anima a seguir trabajando día a día en esta línea.

«Me encanta cuando vienen amigos de mis padres y me dicen: "Si viesen esto estarían muy orgullosos"»

Raúl Igual

Raúl Igual, mejor sumiller de España 2010 y 2021

«La garnacha tinta es esa variedad que nos pone en valor, nuestra reina»

¿De dónde viene tu pasión por el vino?

Empecé a estudiar en la escuela de Hostelería de Teruel porque me gustaba la cocina y la pastelería, pero allí descubrí la parte de la sala, el trato al cliente y es cuando decido hacer la parte de servicios.

En cuanto al vino fue algo progresivo, comenzó cuando me fui a hacer prácticas a Zalacaín. Custodio Zamarra me introdujo en este mundo, fue una persona muy cercana, que me marcó mucho ya que enseguida me dio pie para hacer cosas y acompañarlo a catas.

Luego cuando fui metiéndome más en la hostelería, me di cuenta que tenía que ir profundizando en vinos, bodegas, preparación de cartas y ya empecé a tener contacto con la Asociación de sumilleres de Aragón. De pronto un día  me llama un compañero y me dice que en El Bulli necesitaban gente para trabajar con los sumilleres. Allí fue cuando realmente descubrí lo bonito que es este mundo.

¿Cómo ha sido tu aprendizaje? ¿Has viajado mucho?

He viajado, pero mucho menos de lo que este mundo requiere, sí que he estudiado mucho. Decidí presentarme al mejor sumiller de España de 2010 porque necesitaba que me valoraran, y tenía que estudiar porque a ese concurso va gente que sabe mucho.

Empecé a leer todo lo habido y por haber, y me fui a Londres a prepararme también, el Master Sumiller. Empiezas a estudiar con mucha motivación, tenacidad, curiosidad y ganas de intentar conocerlo todo.

¿Un sueño que te falte por cumplir en el sector? ¿Algún proyecto?

Quiero viajar. Cuando estudias zonas vinícolas, las pones en contexto y consigues llegar a ese lugar es cuando realmente las entiendes. Me gustaría visitar esos lugares que creo necesitar. Me llama muchísimo la atención el Douro portugués.

Raúl Igual no necesita presentaciones, es una persona sencilla que inspira vino, saber, aprendizaje, esfuerzo y tesón. Cualquier pequeña charla con él se convierte en una delicada clase vinícola, de la que no quieres perderte ni un detalle.

Desde que en 2010 se alzará con el galardón de Mejor Sumiller de España, primer aragonés en conseguirlo, su reconocimiento ha ido creciendo progresivamente, pero antes de ello, no hay que olvidar su paso por restaurantes como “Zalacaín” en Madrid, la “Enoteca Pinchiorri” de Florencia o sus años en el equipo de sumilleres de “El Bulli”.

En 2013, representó a España en el concurso mundial de Sumilleres celebrado en Tokio, en 2015 este turolense entró a formar parte de la Academia Aragonesa de Gastronomía, y un poco más tarde, obtuvo el título “Advanced Sommelier” por The Court of Master Sommeliers en Londres. En 2021 fue galardonado como mejor sumiller de España en los International Wine Challege Merchant Awards. Una inspiradora carrera marcada por su nobleza y por el amor a su tierra.

«Empecé a leer todo lo habido y por haber sobre el vino y me fui a Londres a prepararme el Master Sumiller. Empiezas a estudiar con mucha motivación, tenacidad, curiosidad y ganas de intentar conocerlo todo»

¿A qué sabe Aragón?

Aragón sabe a variedades autóctonas, a garnacha, a macabeo, cariñena, a variedades únicas con personalidad propia en función de cada zona. Algo que es precioso, ya que alguien entrenado es capaz de  diferenciar una garnacha criada en Cariñena, de otra de Somontano, Borja o Calatayud. Esa capacidad de poner en valor estas variedades nuestras, pero además ponerlas en valor en el lugar en el que crecen, es fantástico.

¿Qué opinas de los vinos de Aragón?

A Aragón nos ven que estamos ahí, pero no saben muy bien lo que estamos haciendo. Quizás lo que nos faltaba eran personas como Fernando Mora, Jorge Navascués, Norrel Robertson, personas que de alguna manera están posicionando los vinos en unos niveles astronómicos y que están consiguiendo que se nos identifique fuera de nuestras fronteras.

En Aragón hasta que no se nos reconoce fuera, no reconocemos lo que tenemos aquí dentro. Cuando se reconozcan los vinos de estas personas, entre otros porque hay enólogos fantásticos, es cuando realmente nos daremos cuenta de lo que tenemos. Los que estamos metidos dentro del mundo del vino sabemos que lo estamos haciendo bien y que tenemos un gran potencial.

Una variedad aragonesa imprescindible

Sin  lugar a duda, la garnacha es esa variedad que nos pone en valor. Aunque hay otras como la garnacha blanca, la cariñena o la macabeo que no nos debemos perder. Pero nuestra reina es la garnacha tinta.

Una variedad aragonesa que todavía está por descubrir

Estoy convencido de que la macabeo nos vas a dar grandísimas sorpresas. Es una variedad que nosotros ya lo sabíamos, pero que nos va sorprender.

Reto: define cada una de las Denominaciones de Origen, e Indicaciones Geográficas Protegidas con una palabra.

«Aragón sabe a variedades autóctonas, a garnacha, a macabeo, cariñena, a variedades únicas con personalidad propia en función de cada zona»

«En Aragón, hasta que no se nos reconoce fuera, no reconocemos lo que tenemos dentro»

¿Hay cantera en Aragón?

La parte líquida (coctelería, barista, sumiller, etc.) tiene que desarrollarse y se tiene que reconocer. Hay gente muy buena detrás, pero falta reconocimiento social. La cocina necesita de la sala para un desarrollo completo, por eso, necesitamos a esa cantera.

Por eso creo, que con la próxima generación va a haber un cambio, todavía no lo saben pero van a ser los que pongan en valor la sala.

¿Qué consejo das a tus alumnos?

A mis alumnos siempre les digo que esta es una profesión muy bonita, que permite crecer mucho a nivel personal y profesional, pero que no vale cualquiera para ser camarero o sumiller. Cuanto más conoces y estudias, más disfrutas y más haces disfrutar, por eso tienen que aprender a apreciar y poner en valor en su trabajo.

Cuando entiendes que ser camarero es algo que merece la pena, que es una profesión bonita y que puedes crecer en ella es cuando llegas a ese nivel de comprensión de ser camarero.  La sumillería yo la considero como un arte.

“Tienen que sentirse orgullosos de ser camareros, porque ser camarero en mayúsculas es una profesión preciosa”.

«La parte líquida (coctelería, barista, sumiller,...) tiene que desarrollarse. Hay gente muy buena detrás, pero falta reconocimiento social. La cocina necesita de la sala para un desarrollo completo, por eso necesitamos a esa cantera»

Hace un año con la llegada de la pandemia y el cierre total de los establecimientos no esenciales, Raúl Igual tuvo que cerrar su restaurante, Yain. En su bodega guardaba numerosos vinos ya abiertos, a los que quiso darles salida y compartir con otras personas.

En un tiempo en el que toda la actividad estaba parada, decidió continuar haciendo lo que hacía en su día a día: compartir las bondades y peculiaridades de cada vino, pero esta vez en casa y frente a una pantalla.

Así pues, comenzó a subir a sus redes sociales pequeñas catas divulgativas de alrededor de 5 minutos, en las que también contaba el proyecto que había detrás de cada botella.

Conforme pasaban las semanas, Raúl fue recibiendo botellas de bodegas amigas, que seguían sus catas y querían colaborar con esta acción. Por lo que el sumiller tras realizar la cata online, compartía el vino restante con sus vecinos. Dejaba una botella en la puerta de cada uno de ellos y después quedaban en el balcón para brindar. Recuerda estos días como momentos muy bonitos en los que el vino se convirtió en la unión de la comunidad.

Una iniciativa con múltiples objetivos ya que además de amenizar a sus seguidores, para él suponía contar con 10 minutos de desconexión al día y disfrutar de su pasión. Pero también, quería colaborar con aquellos establecimientos en los que las ventas habían caído y abrir un nuevo canal donde poner en valor sus vinos.

Durante la pandemia, con toda la actividad parada, decidió continuar haciendo lo que hacía en su día a día: compartir las bondades y peculiaridades de cada vino, pero esta vez en casa y frente a una pantalla

Norrel Robertson

Norrel Robertson, Master of Wine de España desde el año 2000

«Decidí fijar mi residencia en Calatayud porque la calidad de sus viñas viejas me impresionó mucho»

Escocés enamorado de Aragón, enólogo, fundador de 'El escocés volante' y Master of Wine (MW) en España desde el año 2000, así es Norrel Robertson. Un amante de la garnacha que decidió fijar su residencia en 2003 en Calatayud porque «la calidad de sus viñas viejas me impresionó mucho».

Norrel consiguió el título de Master of Wine en el año 2000. Desde entonces, lo han obtenido cinco expertos que viven en España y un español, que vive en Bélgica. «Es un reto conseguir el título de Master of Wine, ya que reconoce que has logrado un amplio conocimiento de vino desde el terruño, la elaboración, el lado comercial y la comunicación. Ya somos 393 en 29 países y espero que haya más en España, en los próximos años», ha subrayado Norrel Robertson.

Norrel ha trabajado en diferentes países como Chile, Portugal, Italia o Australia, pero, tras recorrerse medio mundo, viajó hasta Calatayud para elaborar un proyecto que realizaba para una empresa de Gran Bretaña y vio en las tierras del municipio zaragozano «una magnífica oportunidad tanto personal como profesional». «La garnacha es patrimonio de esta región, algo de lo que lo aragoneses deben estar muy orgullosos. Aragón tiene algunos de los viñedos más viejos de España y el clima es ideal para elaborar vinos con mucha personalidad», ha añadido el escocés.

De los vinos aragoneses, Norrel destaca la altura de la que proceden sus viñedos y su intensidad debido al contraste climático. Además, indica que la garnacha y la macabeo son variedades indígenas comunes a todos las Denominaciones de Origen Protegidas e Indicaciones Geográficas Protegidas de Aragón, pero reconoce que hay mucha diversidad de vinos en la comunidad aragonesa y «eso es para celebrarlo».

Norrel ha sido investido en la Gran Orden de Caballeros del Vino (GOCV), un título de suma importancia para él. «Es un gran honor haber obtenido este reconocimiento de todos los compañeros de esta profesión. Siempre he querido comunicar lo que tiene Aragón, y específicamente Calatayud. La zona es un pequeño tesoro y espero haber aportado algo positivo a mi comunidad y país adoptivos», ha declarado. La GOCV es una organización fundada en 1985 por el ICEX con el objeto de reconocer y premiar a los más destacados miembros del sector por sus logros en la educación, promoción y comercio de los vinos de calidad españoles en el Reino Unido.

«La garnacha es patrimonio de esta región, algo de lo que lo aragoneses deben estar muy orgullosos»

«Existe mucha diversidad de vinos en la comunidad aragonesa y eso es para celebrarlo»

El Master of Wine reconoce que el último cuarto de siglo ha sido muy importante para que los vinos aragoneses hayan empezado a conocerse en los mercados internacionales. Sobre todo las garnachas, «muy apreciadas en Gran Bretaña y Estados Unidos»

Asimismo, Norrel indica que la relación calidad-precio de los vinos aragoneses es «imbatible» con respecto con otros vinos de España y del resto del mundo. «El carácter e intensidad de los vinos también destaca», ha advertido.

Este gran amante y defensor de la garnacha destaca de ella su capacidad de aguantar la sequía, su rugosidad y finura que según explica «no tienen otras variedades». En definitiva, Norrel asegura que la garnacha «nunca se rinde y es una mano de hierro en guante de terciopelo».

El escocés afirma que en su mesa nunca puede faltar uno de sus vinos, aunque siempre ha valorado mucho los tintos del Ródano, algo que, según indica, le han servido como fuente de inspiración para elaborar los suyos.

«La garnacha nunca se rinde y es una mano de hierro en guante de terciopelo»

En la actualidad, Norrel Robertson cuenta con 36 hectáreas de las que 25 son plantadas, en su mayoría, con garnacha, macabeo y mazuelo, más conocida como uva cariñena.

«Muchas parcelas suelen ir a vinos singulares como Manda Huevos o Mazuelo El Plano. En cambio, otras van mezcladas para los vinos El Mondongo, Es lo que hay o El Cismático. El enfoque es sacar vinos de parcela y también combinar parcelas que aportan el mismo terruño», ha explicado.

El viñedo más antiguo que posee se llama Caña Andrea y data de 1908. Ubicado en el municipio de Villarroya de la Sierra está situado a 771 metros de altitud y es una parcela postfiloxérica de garnacha, provechón -más conocida como bobal-, moristel, garnacha blanca y otras variedades indígenas. «Tenemos tres parcelas centenarias, pero hay que reconocer que el registro vitivinícola no es muy exacto en España ni en Aragón. Por ejemplo, una de nuestras centenarias tenía una fecha de plantación en los años 1970, pero por la mezcla de uva que tiene se puede deducir que fue plantada justo después de filoxera. O sea, a principios del siglo XX. Seguramente, cuando registraron la parcela en los años 80 preguntaron al antiguo dueño la edad y respondió: 74 años. Esa es la fecha que anotaron como año de plantación. Hay muchos casos así, aunque ahora mismo existen herramientas para justificar la edad de las parcelas, hasta un cierto punto, estudiando fotos aéreas de los años 1940 y 1950, por Internet», ha indicado Norrel.

Norrel Robertson también es un gran amante de la variedad pinot noir, muy poco cultivada en España, pero de la que, fundamentalmente, le atrae «ese lado seductor que tiene similar a la garnacha».

«El enfoque es sacar vinos de parcela y también combinar parcelas que aportan el mismo terruño»

Jorge Orte

Jorge Orte Tudela, WSET Level 4

«En el mundo del vino, cuanto más se aprende menos se sabe»

Ha formado a 800 alumnos, catado vino de 55 países vinícolas y 679 denominaciones de origen y ha degustado 298 variedades de uva. Este es el extraordinario palmarés que ha conseguido, en tan solo ocho años, el aragonés Jorge Orte Tudela.

¿De dónde viene tu pasión por el vino?

No vengo de familia de vinateros y en mi casa solo se bebía vino en las celebraciones. Siempre las mismas marcas de tinto y espumoso, de esas que todo el mundo conoce. Si busco un punto de inflexión es cuando tenía unos veintidós años más o menos. Recuerdo que estaba releyendo «Los tres mosqueteros» y resulta que pasan casi más tiempo empuñando la botella que el florete. A base de leer descripciones de lo que bebían me entraron ganas de beber algo de vino, bajé al supermercado más cercano y compré un merlot del Somontano de la añada 1999. El resto, como suele decirse, es historia, aunque mi interés fue aumentando muy poco a poco hasta llegar a la treintena, que a menudo es la edad en torno a la cual los aficionados empezamos a acudir a catas.

Debido a tus buenos resultados en la obtención del WSET Level 4 Diploma in Wines & Spirits (Wine & Spirit Education Trust) como estudiante fuiste galardonado con el The Vintners’ Scholarship, premio otorgado anualmente al mejor alumno graduado en Reino Unido. ¿Qué ha supuesto este galardón en tu carrera?

A decir verdad, no mucho. Es un premio de mucho prestigio que han obtenido bastantes personas que luego fueron Master of Wine, así como críticos y autores de libros que hoy son materia de estudio, pero en España no lo conoce nadie. De hecho, aunque técnicamente es al mejor graduado de Reino Unido, en mi época allí nos graduábamos más del noventa y cinco por cierto de estudiantes de Europa. En Reino Unido sí que es bastante respetado, y a nivel internacional contribuyó a que me contratará una universidad privada de Manila especializada en gestión hotelera y de restauración para impartir cursos allí en Filipinas, aunque lamentablemente no consiguieron matricular a suficientes alumnos.

Aquí me da un poco de prestigio cuando me presento en clase a los alumnos y les explico mi trasfondo profesional antes de comenzar el curso, pero la verdad es que no me siento muy cómodo con el autobombo, y menos cuando hay que entrar en detalle para que se entienda, así que solo lo menciono de pasada.

Fotos: Gabriel Orte Teruel (Gabi Orte Chilindrón)

Orte obtuvo en 2015 el WSET Level 4 Diploma in Wines & Spirits (Wine & Spirit Education Trust) tras aprobar todos los exámenes al primer intento. Debido a sus extraordinarios resultados, se le galardonó con The Vintners’ Scholarship durante la ceremonia de graduación en enero de 2016, premio otorgado anualmente al mejor alumno graduado en Reino Unido, el segundo premio más prestigioso después de The Vintners’ Cup, concedida al mejor estudiante del mundo.

Anteriormente ya había sido premiado con The Amorim Scholarship, otorgado al estudiante de Europa con mejores resultados en la asignatura de producción de vino. Jorge ha viajado a muchas de las más reputadas zonas vinícolas del mundo y es un gran conocedor de los mercados internacionales debido a su experiencia como Export Manager.

Además, es juez del International Wine Challenge de Londres desde 2014, la International Wine & Spirits Competition desde 2017 y el AWC Vienna desde 2018, y ha colaborado con el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Campo de Borja y Aragón Exterior en la promoción de vinos aragoneses en Londres. También es formador homologado en vinos de Jerez (CRDO Jerez-Xérès-Sherry) y formador en cava (Institut del Cava).

«Como país productor tendemos a sobreestimar nuestras virtudes y subestimar las de otros países. Si no entendemos el mercado internacional no podemos entender la relevancia de lo nuestro y la de los demás»

Eres profesor de WSET y gracias a ti muchas personas ya han obtenido la ansiada certificación, ¿qué consejo le das siempre a tus alumnos?

Siempre aconsejo deshacerse de los prejuicios y sesgos desde el primer momento. Como país productor tendemos a sobreestimar nuestras virtudes y subestimar las de otros países. Nos sorprende que no se mencione tal o cual región de España y no entendemos por qué se menciona tal o cual de Australia. Al australiano le pasará a la inversa. Si no entendemos el mercado internacional no podemos entender la relevancia de lo nuestro y la de los demás. El objetivo del curso no es explicar el mercado, pero la composición del temario sí es un reflejo del mismo.

También incido mucho en lo importante que es valorar de forma objetiva los vinos al margen de nuestros gustos personales, modas y posicionamientos comerciales. Es más difícil con los aficionados, aunque también sean profesionales, ya que tendemos a beber vinos cada vez mejores y se nos olvida que hay vinos muy modestos y económicos que son más que bebibles. Si de vez en cuando nos compramos un vino de precio muy bajo y comemos o cenamos con él, por así decirlo, «recalibramos» nuestra escala de calidad. Desafortunadamente creo que en este último aspecto no tengo tanto éxito como en lo de romper prejuicios. Es particularmente importante para los profesionales, el aficionado que no trabaja en el sector a fin de cuentas puede opinar lo que le apetezca, pero el profesional necesita ser más objetivo.

Por último, intento explicar que, en el mundo del vino, cuanto más se aprende menos se sabe. Si mis alumnos terminan el curso con más preguntas que cuando empezaron es que he hecho bien mi trabajo, aunque parezca lo contrario. Esto es algo que es difícil de enseñar, y que se acaba aprendiendo con el tiempo si se investiga lo suficiente. Incluso si se aprende luego hay que asimilarlo de verdad. Lo comenté con unos doctores en microbiología de una farmacéutica de Basilea, para los que hice una cata informal; estaban alabando mis conocimientos sobre vino y les dije eso mismo, que cuanto más aprendo menos sé. Me reconfortó mucho que me dijeran que en la ciencia pasa igual, y que suele ser indicativo de que realmente se está empezando comprender la materia en cuestión.

«Tendemos a beber vinos cada vez mejores y se nos olvida que hay vinos muy modestos y económicos que son más que bebibles»

¿Cuáles son las inquietudes que muestran tus alumnos a la hora de querer obtener la certificación?

Depende, tengo alumnos con muchos trasfondos: hay gerentes, directores comerciales, de marketing, comunicación, enoturismo, comerciales de distribución nacional e internacional, dependientes, enólogos, sumilleres… y aficionados sin ninguna relación profesional con el vino. Cada uno tiene diferentes motivos para obtener la certificación, y generalizar es difícil.

A menudo buscan aprender algo más sobre vino, porque en España tradicionalmente se ha pensado que el que tiene que saber de vino es el enólogo y el sumiller, y a la hora de la verdad todo el mundo que trabaja en el sector necesita conocer el producto, y no solo el suyo.

Los enólogos habitualmente están más interesados en ampliar horizontes y aprender sobre regiones y variedades con las que no está tan familiarizados. Los sumilleres suelen buscar un complemento a su formación y una certificación prestigiosa.

Al trabajar con grupos tan heterogéneos mi reto es, sin salirme del programa de formación, tratar de darle un acabado lo más personalizado posible. Si tengo mucha gente relacionada con gerencia, marketing y ventas estoy en mi salsa y puedo ponerles ejemplos prácticos gracias a mi experiencia como comercial de exportación. Cuando trato con gente más relacionada con la elaboración tiendo a ser más técnico, mientras que cuando trato con sumilleres suelo hacer más apreciaciones acerca de las tendencias en la restauración de grandes ciudades como Londres, Nueva York, Hong Kong o Tokio.

La verdad es que más que las inquietudes iniciales me resultan más interesantes sus inquietudes finales. Casi todos los alumnos acaban con muchos prejuicios y mitos rotos, y su visión global del vino cambia sustancialmente. Es un proceso que desde la pizarra puedo ver según va avanzando el curso.

Has viajado por las más importantes zonas vinícolas del mundo, ¿cuál es la que más te ha llamado la atención?

¡Eso no vale! ¿Cuál no? Es como preguntar por tu región o variedad favorita…

Si nos vamos a lo «convencional» me resultan particularmente interesantes las diversas zonas de Santa Barbara County (California), en particular sus syrah y sus pinot noir. Toda la zona del Cabo Occidental de Sudáfrica es muy emocionante con sus constantes revoluciones vinícolas, me quedaría con los chardonnay y pinot noir de Hemel-en-Aarde y Elgin, y las mezclas tintas y blancas y el sinfín experimentos de Swartland, pero quedarse en eso es no hacer justicia a todo lo que tiene que ofrecer el Cabo. También tengo que mencionar que Portugal, todo el país, es digno de prestarle muchísima atención. Lo tenemos al lado y no sabemos lo que nos estamos perdiendo. Grecia también me encanta, pero todavía no he tenido el placer de visitar sus regiones vinícolas.

Si nos vamos a lo más «extravagante», los blancos de Georgia pusieron patas arriba una vez más todo lo que creía saber sobre vinos. Es un mundo en sí mismo que muy pocos conocen realmente.

«En España tradicionalmente se ha pensado que el que tiene que saber de vino es el enólogo y el sumiller. A la hora de la verdad, todo el mundo que trabaja en el sector necesita conocer el producto, y no solo el suyo»

Jorge Orte con Claudio Herrero (izquierda), secretario del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Cariñena, y José Ignacio Gracia, secretario del CRDO Campo de Borja.

¿Qué opinas de los vinos de Aragón?

Que están muy polarizados. Por un lado, tenemos vinos con una excelente relación calidad-precio, casi siempre producidos en volúmenes muy grandes, que resultan agradables y satisfactorios. Por el otro, hay proyectos muy excitantes, casi siempre de pequeños elaboradores, que apuestan por la alta calidad, innovación, nuevas tendencias, vinos con mucha personalidad…

En general estamos haciendo bien en apostar por la garnacha. De hecho, creo que nos falta trabajar más la garnacha blanca y gris. La variedad cariñena también es interesante y apenas estamos empezando a prestarle atención, y hay más variedades autóctonas semiolvidadas con las que tendríamos que experimentar más.

Colaboras habitualmente en la promoción de vinos aragoneses en el exterior, ¿cómo los perciben los compradores y consumidores extranjeros?

Curiosamente, los compradores nos conocen más de lo que nos podríamos llegar a creer, pero por los motivos que generalmente no nos convienen: volumen grande y precio bajo. En cada una de las cadenas de supermercados más importantes de Reino Unido hay vino aragonés, pero, salvo excepciones, etiquetado como marca blanca del supermercado. Como anécdotas, el primer día que entré a un supermercado en Napa (California), el primer vino que vi era de Calatayud, un montón de cajas apiladas para una oferta. Y el señor Otaki, encargado de control de calidad en Château Mercian (Japón), me habló del Tubo de Zaragoza porque hace años venía de vez en cuando para comprar vino a granel para el grupo Kirin.

Más interesante es la imagen que podemos transmitir si hacemos labores promocionales adecuadas, conociendo el gusto del mercado y haciendo una selección de vinos correcta que refleje los diferentes estilos que podemos ofrecer, y no impuesta por intereses comerciales particulares.

Muchos de los asistentes a las masterclass que he impartido se han sorprendido por la calidad de nuestros vinos, y no es que no conocieran Aragón como productor, es que tenían la idea de que producimos vinos de «buena relación calidad-precio». Si se les ofrecen los vinos adecuados y se les explica por qué son como son tenemos la oportunidad de cambiar su percepción, del mismo modo que mis alumnos cambian la suya respecto los vinos de ciertos países.

Si no sabemos qué hace diferentes a Campo de Borja, Calatayud o Cariñena, que están relativamente cerca unas de otras y trabajan con variedades similares (por eso no menciono Somontano, que es otra historia), difícilmente podremos crear interés en nuestros vinos. Todavía recuerdo la cara de asombro de un asistente cuando mencioné los viñedos en altitud y me preguntó, con escepticismo, que qué entendía yo por «altitud» y le respondí que 900-1.000 metros no son raros en Calatayud. Casi se cae de culo, creo que pensaba que Aragón es totalmente llano. Explicar esas cosas es más importante que contar «la historia del tío Paco que plantó un viñedo».

¿Cómo definirías los vinos de Aragón?

En muchos aspectos como a los propios aragoneses. Generalizando, somos intensos, cuesta un poco conocernos, pero luego caemos bien y se nos considera leales. Supongo que nuestros vinos tienden a ser más o menos igual.

«En Aragón estamos haciendo bien en apostar por la garnacha»

«En los mercados exteriores nos conocen más por volumen grande y precio bajo. Si se les ofrecen los vinos adecuados y se les explica por qué son como son, tenemos la oportunidad de cambiar su percepción»

Fernando Mora

Fernando Mora, primer Master of Wine aragonés

«Los vinos de Aragón son un conjunto de tierras, personas y tradición»

Sentir pasión por lo que uno hace, no te convierte en el mejor, sino en alguien que ama su trabajo. Si a esa pasión le añadimos estudio, esfuerzo, lucha, constancia y, sobre todo, convencimiento y tiempo, marcas la diferencia. Ese es el caso del zaragozano Fernando Mora, Master of Wine aragonés y gran apasionado del terroir y de los vinos y las técnicas de viticultura de las distintas zonas del planeta, aunque, como bien dice: «siempre he sido un enamorado de Aragón y cuando empecé a conocer nuestros viñedos de la zona, las historias de la gente y las bodegas, todavía tuve más ganas de quedarme».

Mora, ha viajado por todo el mundo ensalzando nuestros vinos y lleva la garnacha por bandera: «tenemos que estar orgullosos de los vinos de Aragón por varias razones. Cuando uno hace algo y lo hace bien, tiene que estar satisfecho de ello, porque en torno al vino, por ejemplo, conseguimos que se fije población en el territorio. Es decir, todo lo que sea bien agroalimentario hace que la gente no se vaya y se genere empleo y valor. Logramos que el campo y el monte no se quede yermo y se abandonen. Y, sobre todo, debemos de estar muy orgullosos de todas esas generaciones que, durante largas épocas, han invertido tiempo y dinero en crear una industria vinícola, que nosotros podemos aprovechar y continuar. Los vinos de Aragón son un conjunto de tierras, personas y tradición».

Su tesón e interés por saberlo todo sobre lo vinícola, le llevó a sacarse, en tan solo tres años, el preciado título de Master of Wine que solo poseen 419 personas en todo el mundo: seis están en España y dos de ellos hacen vino en Aragón. Sin dudarlo. cambió de la noche a la mañana la ingeniería por el amplio conocimiento y la libertad que le daban la tierra y la vid.

«Debemos estar muy orgullosos de todas esas generaciones de aragoneses que, durante largas épocas, han invertido tiempo y dinero en crear una industria vinícola que nosotros podemos aprovechar y continuar»

Uno de los secretos del éxito del equipo formado por Fernando Mora y Mario López ha sido aprender de muchas técnicas y herramientas de fuera para luego ponerlas en práctica en sus proyectos de Aragón. «Trabajamos nuestras propias vides en ecológico, vendimiamos a mano y pisamos a pies cada año unos 60.000 kilos de uva. El estudio y el trabajo siempre han ido muy de la mano. El barro, el cemento, la madera y el inoxidable son herramientas, la clave es conocer qué uvas necesitas para hacer el vino que quieres hacer y cultivarlas. El vino no es un ser vivo, pero nosotros lo trabajamos como tal, ya que lo que necesita es respirar», constata.

En Frontonio empezamos a hacer vino en 2008, pero no fue hasta 2010 cuando nos dimos cuenta de que algunas de las viñas que teníamos eran muy especiales. Así que cogimos una de las viñas más viejas con las que trabajaba la familia de Mario, la vinificamos por separado en barricas sin tapa y con esto conseguimos un vino al que llamamos Frontonio», recuerda el Master of Wine, quien cuenta que el nombre les ayudó a elegirlo el sumiller Jesús Solanas, otro talento singular con el que contamos en Aragón. «Este vino valía cinco, seis o siete veces más que el vino que vendíamos hasta el momento. Entonces, descubrimos que existía un mercado pequeño, duro y difícil en el que se podían hacer cosas de valor y posicionarlas en el mercado y estar orgullosos de hacerlo.

«Desde entonces nos dedicamos a adquirir viñedos viejos en los montes de Valdejalón y alrededores y recuperarlos. Elaborar los mejores vinos posibles de una manera tradicional y respetuosa. Con ello mostramos al mundo la grandeza de los viñedos de montaña de Aragón», apunta.

«Elaborar los mejores vinos posibles de una manera tradicional y respetuosa. Con ello mostramos al mundo la grandeza de los viñedos de montaña de Aragón»

LA ESENCIA DE ARAGÓN

Mora cuenta como en 1898, la gente pudiente plantaba en las partes bajas de las laderas y los más pobres en las partes altas, porque eran las que estaban sin cultivar por su dificultad. En las tierras pobres solo se podía plantar la viña, el olivo y el almendro. Entonces, según relata, Valdejalón era la zona vinícola de Aragón donde más uvas se producían. «La gente plantaba aquí porque sabían que era el mejor sitio: los suelos pobres con las exposiciones más difíciles». De estos parajes nace uno de los proyectos emblemáticos de Mora y López: el Jardín de las Iguales, ubicado en la localidad zaragozana de Alpartir, donde los viñedos centenarios de garnacha y macabeo conviven en terrenos precámbricos con pizarras singulares. «De aquí surgen dos vinos: uno blanco elaborado con macabeo y uno tinto elaborado con garnacha y otras variedades plantadas. Son vinos muy especiales que van dirigidos a un público muy exclusivo y tenemos la gran suerte de que la guía más importante de vinos del mundo, la de Robert Parker, los ha puntuado, en su última edición, con 98 puntos, lo que significa que son los vinos mejor puntuados de nuestra tierra y para nosotros esto es un auténtico orgullo», cuenta Mora.

Fernando Mora dice que la excepcionalidad de estos vinos es que cuando uno huele una garnacha que ha crecido en el Jardín de las Iguales siente un vino más etéreo, más enérgico, con más notas a hoja de té, tomillo y flores, con mucho menos color y en el que la madera casi no se nota.

Para ellos, es uno de esos pequeños viñedos que merece la pena conocer y se sienten orgullosos de poder recuperar la tradición de este valle. «Nosotros miramos hacia atrás para tirar hacia adelante, por eso elaboramos los vinos de manera tradicional como se hacían antes, pero con el conocimiento que hoy tenemos. Este viñedo son 11 hectáreas, pero para los Jardines solo se usan 1,7 hectáreas de viñedo muy viejo. Son producciones pequeñas que vendemos por cupos, tanto a apasionados del vino de España como a diferentes países.

«Nosotros miramos hacia atrás para tirar hacia adelante, por eso elaboramos los vinos de manera tradicional como se hacían antes, pero con el conocimiento que hoy tenemos»

Fernando Mora MW y Mario López

Si tuviera que elaborar vinos fuera de Aragón, Mora reconoce que le encantaría hacerlo en Borgoña, Piamonte, Ribera Sacra, el Douro o el Priorat. «Borgoña es la zona que para mí hace los vinos más elegantes del mundo. A veces son incomprendidos porque tienen poco color, poco alcohol, pero menos es más. Y en cuanto a los demás, son zonas de montaña con laderas, muros secos, terrazas, que son partes de los elementos que a mí me fascinan del vino», ha respondido.

Aragón se siente en la red. Fernando Mora es un «influencer» del vino también en las redes sociales. Sus directos en Instagram durante el confinamiento se convirtieron en punto de encuentro de miles de profesionales y aficionados del sector, procedentes de todos los continentes, que diariamente han conversado con él compartiendo sus experiencias y generando interesantes debates sobre la cultura del vino en el mundo.

Aragón se siente en la red. Fernando Mora es un 'influencer' del vino también en las redes sociales

Mora no deja de crear, y así lo demuestra en su club trimestral de vinos, The Garage Wine Club. Vinos fascinantes y únicos en cada caja que elabora de propio para el club. Esto requiere mucha creatividad y pasión, pero son elementos que le caracterizan. «El club es como mi lado más desenfrenado a la hora de crear un vino. Para cada caja elaboro un vino limitado el cual no existiría si no fuese para el club», explica Fernando. Además parte de la magia de la caja es el factor sorpresa, que viene tanto del vino creado para esa caja como de los vinos de bodegueros invitados que añade en cada caja. Son muchos los que ya han formado parte del club; Dirk Niepoort, José Luis Ripa, Sara Peréz y René Barbier, y en su última entrega junta a sus amigos Jorge Navascués y Norrel Robertson. «El hecho de no dejar de descubrir nuevos vinos es parte de la pasión del vino», matiza Fernando.

En la actualidad, Mora imprime su huella en Aragón, a través de dos proyectos diferentes: Frontonio y Cuevas de Arom en dos zonas vitivinícolas de prestigio de nuestra región como Valdejalón y Calatayud respectivamente. Desde Aragón Alimentos, le deseamos que siga cosechando éxitos y poniendo en valor Aragón como tierra de vino y talento.

«El hecho de no dejar de descubrir nuevos vinos es parte de la pasión del vino»

Familia Ramón

Familia Ramón, propietaria de Bodega Aylés

«El proceso de reconocimiento de vino de pago fue largo y complejo, pero también muy apasionante»

¿De dónde viene vuestra pasión por el vino?

El origen de nuestra pasión por este mundo está en mi padre: Federico Ramón. Él fue el creador e impulsor del Vino de Pago Aylés. Supo trasladar la pasión que sentía por el campo y por su tierra a su familia y puso toda su ilusión en este proyecto que supuso mucho esfuerzo y sacrificio durante un periodo muy largo de tiempo.

¿Qué significa dirigir una bodega, única en Aragón, que elabora un vino de pago?

El proyecto fue desde el principio algo muy ilusionante. Era un reto apasionante para todos los que trabajamos en la bodega y al mismo tiempo una responsabilidad muy grande al ser una figura de calidad reconocida por ley.

Hubo momentos muy complicados ya que el proceso de reconocimiento de Vino de Pago Aylés fue muy largo y complejo. Todo un trabajo de investigación, estudios únicos como nunca se habían llevado a cabo en la zona, conversaciones interminables con la Administración que, finalmente, aprobó el Reglamento de los vinos de pago en Aragón.  Eso sí, también hemos tenido momentos apasionantes en los que hemos disfrutado mucho todos los que estamos detrás de esta aventura.

Vuestros vinos han cosechado y siguen cosechando numerosos premios, aunque ha habido uno de gran importancia: el nombramiento, en 2018, de Aylés “s” como el mejor vino de España. ¿Qué se siente en ese momento? Ese galardón, ¿os ha facilitado más reconocimientos a nivel nacional, internacional y de consumidor?

En primer lugar, estamos muy orgullosos, ya que es otro triunfo más para la garnacha de Aragón. Nos llenó de alegría ya que supuso un reconocimiento al esfuerzo y al trabajo que lleva haciendo nuestra familia desde hace casi 30 años.

Recibimos este importantísimo premio Alimentos de España al Mejor Vino del año 2018 de manos del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, en una preciosa gala en el Palacio de Fomento de Madrid.

Al tratarse de un reconocimiento institucional fue un galardón muy mediático, pero es un vino que nos dio grandes alegrías desde la primera añada que elaboramos. Nuestro objetivo inicial fue intentar conseguir el verdadero carácter de la variedad, que aúna elegancia, frescura y longevidad. Desde un punto de vista de tipicidad, se trata de uno de nuestros vinos más especiales.

Aylés es el único vino de pago reconocido en Aragón y uno de los únicos 20 vinos de pago reconocidos en España. Tras años de estudios de edafología, clima, métodos de elaboración, análisis organolépticos, físicos y químicos, los vinos de la familia Ramón obtuvieron en el año 2011 el preciado reconocimiento.

Un vino de pago es, en la actualidad, aquel vino amparado por una denominación de origen protegida (DOP), cuya zona geográfica sea un pago. Un pago es un paraje con características propias de suelo y clima, conocido por un nombre asociado tradicionalmente al cultivo de los viñedos. Este vino puede usar el término Vino de Pago en lugar de Denominación de Origen Protegida.

La bodega está ubicada en el municipio zaragozano de Mezalocha, donde las características de este territorio, la naturaleza de sus suelos, los campos y caminos que bordean la finca, la fauna y la flora conforman una combinación de atributos que dotan de una personalidad única a los vinos de Aylés.

¿Cuál es el trabajo que desempeñáis cada una en la bodega?

Pago de Aylés es una bodega familiar. Comenzó nuestro padre, Federico Ramón y en la actualidad la dirigimos los tres hermanos: Federico (director Financiero), Ana (directora de Calidad) e Inmaculada (directora de Elaboración).

¿Qué esperáis de vuestros vinos?

Estamos tratando de comunicar y poner valor el concepto de vino de pago, ya que se trata de algo desconocido para la mayor parte de los consumidores. Además, trabajamos duro para seguir convenciendo de la calidad de nuestro vino de pago.

¿La práctica de la agricultura sostenible os ha llevado ya a que vuestros viñedos estén certificados como ecológicos?

Sí, tras muchos años de practicar una agricultura sostenible, decidimos comenzar en 2016 con una agricultura 100 % orgánica. Hemos ido viendo una evolución diferente en el terroir de la finca que nos ha dado un plus de complejidad en los suelos, pudiéndola traducir en vinos diferentes en estilo de aquellos que elaborábamos en 2010. La conservación y la mejora de los suelos están en el centro de la estrategia.

Estamos trabajando para dar más complejidad y robustez a nuestro ecosistema. Al eliminar los compuestos de síntesis química, ampliamos la cantidad de especias herbáceas presentes en el mismo y a su vez mayor complejidad en las poblaciones de insectos y pequeños vertebrados y aves, sin desdeñar el incremento de vida en el suelo, hongos y bacterias.

La apuesta decidida por la conservación de nuestro entorno, unida a la vocación por incrementar la calidad de nuestros productos y eliminar totalmente los residuos de ellos, nos ha llevado a certificar nuestros vinos como ecológicos.

«La apuesta decidida por la conservación de nuestro entorno, unida a la vocación por incrementar la calidad de nuestros productos y eliminar totalmente los residuos de ellos, nos ha llevado a certificar nuestros vinos como ecológicos»

¿Qué tienen de especial vuestros vinos?

Por definición, un Pago es el paraje o sitio rural con características edáficas y de microclima propias que lo diferencian y lo distinguen de otros de su entorno, vinculado al cultivo de los viñedos y de los que se obtienen vinos con rasgos y cualidades singulares.

La uva que se destine a estos vinos debe proceder de los viñedos ubicados en el pago y el vino tiene que elaborarse, almacenarse y criarse de forma separada de otros vinos. Para su control se implanta un sistema de calidad que audite desde la producción de la uva hasta la salida al mercado del vino.

Los vinos de pago están identificados con parajes concretos que disfrutan de unas condiciones excepcionales fruto de la tierra y del paisaje, lo que se traduce en productos especiales por ese valor añadido que aporta el terreno del que procede.

¿Cuántas hectáreas ocupa el viñedo en el pago y con qué variedades se trabaja?

Son un total de 50 hectáreas con una combinación de variedades nacionales (tempranillo y garnacha) y foráneas (merlot y cabernet sauvignon) y unos suelos ricos en arcilla y cantos rodados que aportan concentración a las uvas de cepas viejas.

«Los vinos de pago están identificados con parajes concretos que disfrutan de unas condiciones excepcionales fruto de la tierra y del paisaje, lo que se traduce en productos especiales por ese valor añadido que aporta el terreno del que procede»

¿Estáis ya trabajando en futuros proyectos?

 Por supuesto, lejos queda la época en la que las bodegas simplemente tenían que preocuparse de elaborar un buen producto y establecer la red de distribución del mismo.

En estos tiempos, y más aún con la pandemia del COVID-19, una nueva realidad emerge ante nosotros con un cambio en el comportamiento del consumidor hacia el ocio y el consumo. Aylés está en el proceso de interpretar estas tendencias y adaptarnos a ellas.

La familia Ramón reconoce que Aylés «no solo es una bodega» y lo definen como «un territorio bien delimitado en el que naturaleza y el vino conviven de una manera muy especial. Tierras arcillosas, calizas y calcáreas dotan de esencia a este entorno de profundas cuevas y ríos subterráneos. Sin duda, un auténtico Pago con características propias que lo diferencian y distinguen de otros del entorno».

«Aylés no solo es una bodega, es un territorio bien delimitado en el que naturaleza y el vino conviven de una manera muy especial»

Familia Navascués

Familia Navascués, una vida en torno al vino de Aragon

Navascués: historia, aroma y sabor a vino

Cuando uno piensa en el apellido Navascués solo le puede venir a la mente una palabra: vino. Y es que esta familia, aragonesa de pura cepa, lleva vinculada al mundo vitivinícola desde hace muchas generaciones y día tras día sigue dejando su estela, sabiduría y saber hacer asesorando a muchas bodegas de Aragón, y fuera de ella, y creando excelentes vinos que luego disfrutamos en nuestras mesas. Ellos son Jesús Navascués, Jorge Navascués y Mariano Navascués.

Aunque la historia viene de lejos, la más próxima a nuestros tiempos es que el amor triunfó entre dos grandes amantes del vino. Precisamente, cuando uno de ellos, Jesús, fue a Requena a estudiar enología. Él, hijo de un maestro bodeguero que trabajaba en la Cooperativa San Juan Bautista -actual Bodegas Aragonesas- procedía del municipio zaragozano de Fuendejalón (Denominación de Origen Protegida Campo de Borja) y ella, María Amparo, hija de una familia muy vinculada al mundo del vino, era del municipio valenciano de Requena (Denominación de Origen Utiel – Requena), donde «cuentan con más viñas de las que sumamos en todo Aragón», advierte Mariano Navascués.

El amor triunfó en tierras valencianas, pero se desarrolló, vivió y se asentó en Cariñena, donde nacieron Jorge y Mariano. El primero ha seguido los pasos de su padre y de su abuelo, donde después de tantos años de experiencia y profesionalidad está siendo considerado como uno de los mejores enólogos de Aragón, y el segundo decidió dedicarse al mundo de la comunicación ya que, tal y como dice, «siempre me ha gustado contar cosas y si están relacionadas con el mundo del vino, mejor. Con mi trabajo ayudo a dar visibilidad a proyectos y a marcas de vinos en Aragón, con vistas a que consigan todos sus propósitos. Como, por ejemplo, hacerse un hueco en el mercado».

Para Jorge, el talento se asocia a juventud y advierte: «Aragón tienen un gran patrimonio de personas con talento. Mi padre me dijo hace años una frase que nunca olvidaré: ‘hay que dar muchas vueltas en España para encontrar una zona como esta en el mundo, tiene un potencial vinícola que no conocemos’. Tenemos que poner en valor el verdadero patrimonio que hay aquí a través de la gente, de la cultura, del paisaje y, sobre todo, de la experiencia. Aragón no son personas de ahora ni de hace diez años. Esta comunidad tiene miles de historias y las personas van y vienen».

»Hay que dar muchas vueltas en España para encontrar una zona como esta en el mundo, tiene un potencial vinícola que no conocemos»

Para los hermanos Navascués, el gran ejemplo de su vida y de su día a día es su padre, Jesús. «Es un hombre que lleva muchas decenas de vendimias acumuladas en la espalda. Asesorando bodegas, desde Cariñena, Somontano, La Rioja, Navarra, Tenerife… Mi padre nos ha dado ejemplo y nos ha inculcado que la constancia, la seriedad y la rigidez en el trabajo son imprescindibles para llevar a cabo todo lo que nos propongamos. Estamos muy orgullosos de él y muy agradecidos de todo lo que nos ha enseñado y nos sigue enseñando cada día. Es una de esas personas que ama tanto el vino que es virtuosa en lo que hace. Mi hermano y mi padre se entienden perfectamente sin usar palabras, hacen un equipazo impresionante», detalla Mariano.

Para la familia Navascués, Aragón «lo es todo». «Es nuestra casa y nuestro ADN. Nuestras venas, como si fueran viñas, están bien enraizadas en esta tierra. Nosotros somos de Cariñena, mi hermano y yo nacimos ahí, y tenemos mucho apego hacia el territorio. Además, por mi trabajo en el programa Chino Chano, de Aragón TV, con el que recorro toda la comunidad, desde hace 13 años, me he dado cuenta de que Aragón más que un territorio es un sentimiento. Para nosotros es el lugar donde vivimos, es el lugar que cuidamos, el lugar que defendemos y el lugar que amamos», ha señalado Mariano.

En cuanto al vino, Jorge dice que Aragón se encuentra en un momento «dulce» y que hay vinos con más visibilidad que nunca.  «Tenemos una unión entre todas las partes del sector que es envidiable para mucha gente. He aprovechado el tiempo del confinamiento para estudiar a todos los gurús de este país y más de uno ha hablado del gran potencial que tiene Aragón. Tenemos cuatro campeones de sumillería de España. Tenemos a dos de los seis Master of Wine que viven en España residiendo en Aragón. Tenemos un potencial por delante muy bonito, porque hacemos vinos que pueden estar a la altura de grandes zonas. Pienso que el momento más dulce de Aragón para que se comunique y se conozca es ahora, por la unión que hay entre las distintas partes del sector y porque se respira optimismo, alegría e ilusión. Además, nos hemos quitado ese complejo de inferioridad que teníamos. Ahora estamos despertando. Si todo eso se puede unir en algo es ahora. Estamos al 10% de donde podemos llegar, pero, sobre todo, sin olvidar de dónde venimos: todo lo que hemos experimentado, vivido y aprendido durante tantos años», ha destacado Jorge Navascués.

Aragón tiene una herencia y un patrimonio vinícola de hace miles de años. Según Jorge, su ADN le ha permitido entender el vino en su contexto y comprender que hay que poner en valor el territorio, pero «para dejárselo a los que vienen detrás». «Aragón está en un momento super bonito para poder abrirnos al mundo, pero sin complejos y constatando que esto es de donde venimos. Hay una frase de Álvaro Palacios que creo que la podemos extrapolar al momento que vive Aragón ahora mismo: ‘nos están esperando’», ha indicado.

En estos momentos, hay en marcha un proyecto, en el que está inmerso Mariano Navascués, vinculado al mundo del vino que puede marcar un antes y un después en la formación vinícola en Aragón: Aragón Wine Experience.

Es una iniciativa que nació con la intención de difundir y fomentar el conocimiento de todos los vinos y las zonas que existen en Aragón, para que la gente los conozca mejor. «Hay una frase muy buena que dice que solo se ama lo que se conoce, así que vamos a conocer los vinos, que así los amaremos más y los podremos defender con más ímpetu», concluye Mariano.

«Aragón, más que un territorio, es un sentimiento. Para nosotros es el lugar donde vivimos, el lugar que cuidamos, el lugar que defendemos y el lugar que amamos»

«Tenemos una unión entre todas las partes del sector del vino que es envidiable para mucha gente. Pienso que el momento más dulce de Aragón para que se comunique y se conozca es ahora»

«Aragón está en un momento super bonito para poder abrirnos al mundo, pero sin complejos y constatando que esto es de donde venimos»