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Familia Ramón, propietaria de Bodega Aylés

«El proceso de reconocimiento de vino de pago fue largo y complejo, pero también muy apasionante»

¿De dónde viene vuestra pasión por el vino?

El origen de nuestra pasión por este mundo está en mi padre: Federico Ramón. Él fue el creador e impulsor del Vino de Pago Aylés. Supo trasladar la pasión que sentía por el campo y por su tierra a su familia y puso toda su ilusión en este proyecto que supuso mucho esfuerzo y sacrificio durante un periodo muy largo de tiempo.

¿Qué significa dirigir una bodega, única en Aragón, que elabora un vino de pago?

El proyecto fue desde el principio algo muy ilusionante. Era un reto apasionante para todos los que trabajamos en la bodega y al mismo tiempo una responsabilidad muy grande al ser una figura de calidad reconocida por ley.

Hubo momentos muy complicados ya que el proceso de reconocimiento de Vino de Pago Aylés fue muy largo y complejo. Todo un trabajo de investigación, estudios únicos como nunca se habían llevado a cabo en la zona, conversaciones interminables con la Administración que, finalmente, aprobó el Reglamento de los vinos de pago en Aragón.  Eso sí, también hemos tenido momentos apasionantes en los que hemos disfrutado mucho todos los que estamos detrás de esta aventura.

Vuestros vinos han cosechado y siguen cosechando numerosos premios, aunque ha habido uno de gran importancia: el nombramiento, en 2018, de Aylés “s” como el mejor vino de España. ¿Qué se siente en ese momento? Ese galardón, ¿os ha facilitado más reconocimientos a nivel nacional, internacional y de consumidor?

En primer lugar, estamos muy orgullosos, ya que es otro triunfo más para la garnacha de Aragón. Nos llenó de alegría ya que supuso un reconocimiento al esfuerzo y al trabajo que lleva haciendo nuestra familia desde hace casi 30 años.

Recibimos este importantísimo premio Alimentos de España al Mejor Vino del año 2018 de manos del ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, en una preciosa gala en el Palacio de Fomento de Madrid.

Al tratarse de un reconocimiento institucional fue un galardón muy mediático, pero es un vino que nos dio grandes alegrías desde la primera añada que elaboramos. Nuestro objetivo inicial fue intentar conseguir el verdadero carácter de la variedad, que aúna elegancia, frescura y longevidad. Desde un punto de vista de tipicidad, se trata de uno de nuestros vinos más especiales.

Aylés es el único vino de pago reconocido en Aragón y uno de los únicos 20 vinos de pago reconocidos en España. Tras años de estudios de edafología, clima, métodos de elaboración, análisis organolépticos, físicos y químicos, los vinos de la familia Ramón obtuvieron en el año 2011 el preciado reconocimiento.

Un vino de pago es, en la actualidad, aquel vino amparado por una denominación de origen protegida (DOP), cuya zona geográfica sea un pago. Un pago es un paraje con características propias de suelo y clima, conocido por un nombre asociado tradicionalmente al cultivo de los viñedos. Este vino puede usar el término Vino de Pago en lugar de Denominación de Origen Protegida.

La bodega está ubicada en el municipio zaragozano de Mezalocha, donde las características de este territorio, la naturaleza de sus suelos, los campos y caminos que bordean la finca, la fauna y la flora conforman una combinación de atributos que dotan de una personalidad única a los vinos de Aylés.

¿Cuál es el trabajo que desempeñáis cada una en la bodega?

Pago de Aylés es una bodega familiar. Comenzó nuestro padre, Federico Ramón y en la actualidad la dirigimos los tres hermanos: Federico (director Financiero), Ana (directora de Calidad) e Inmaculada (directora de Elaboración).

¿Qué esperáis de vuestros vinos?

Estamos tratando de comunicar y poner valor el concepto de vino de pago, ya que se trata de algo desconocido para la mayor parte de los consumidores. Además, trabajamos duro para seguir convenciendo de la calidad de nuestro vino de pago.

¿La práctica de la agricultura sostenible os ha llevado ya a que vuestros viñedos estén certificados como ecológicos?

Sí, tras muchos años de practicar una agricultura sostenible, decidimos comenzar en 2016 con una agricultura 100 % orgánica. Hemos ido viendo una evolución diferente en el terroir de la finca que nos ha dado un plus de complejidad en los suelos, pudiéndola traducir en vinos diferentes en estilo de aquellos que elaborábamos en 2010. La conservación y la mejora de los suelos están en el centro de la estrategia.

Estamos trabajando para dar más complejidad y robustez a nuestro ecosistema. Al eliminar los compuestos de síntesis química, ampliamos la cantidad de especias herbáceas presentes en el mismo y a su vez mayor complejidad en las poblaciones de insectos y pequeños vertebrados y aves, sin desdeñar el incremento de vida en el suelo, hongos y bacterias.

La apuesta decidida por la conservación de nuestro entorno, unida a la vocación por incrementar la calidad de nuestros productos y eliminar totalmente los residuos de ellos, nos ha llevado a certificar nuestros vinos como ecológicos.

«La apuesta decidida por la conservación de nuestro entorno, unida a la vocación por incrementar la calidad de nuestros productos y eliminar totalmente los residuos de ellos, nos ha llevado a certificar nuestros vinos como ecológicos»

¿Qué tienen de especial vuestros vinos?

Por definición, un Pago es el paraje o sitio rural con características edáficas y de microclima propias que lo diferencian y lo distinguen de otros de su entorno, vinculado al cultivo de los viñedos y de los que se obtienen vinos con rasgos y cualidades singulares.

La uva que se destine a estos vinos debe proceder de los viñedos ubicados en el pago y el vino tiene que elaborarse, almacenarse y criarse de forma separada de otros vinos. Para su control se implanta un sistema de calidad que audite desde la producción de la uva hasta la salida al mercado del vino.

Los vinos de pago están identificados con parajes concretos que disfrutan de unas condiciones excepcionales fruto de la tierra y del paisaje, lo que se traduce en productos especiales por ese valor añadido que aporta el terreno del que procede.

¿Cuántas hectáreas ocupa el viñedo en el pago y con qué variedades se trabaja?

Son un total de 50 hectáreas con una combinación de variedades nacionales (tempranillo y garnacha) y foráneas (merlot y cabernet sauvignon) y unos suelos ricos en arcilla y cantos rodados que aportan concentración a las uvas de cepas viejas.

«Los vinos de pago están identificados con parajes concretos que disfrutan de unas condiciones excepcionales fruto de la tierra y del paisaje, lo que se traduce en productos especiales por ese valor añadido que aporta el terreno del que procede»

¿Estáis ya trabajando en futuros proyectos?

 Por supuesto, lejos queda la época en la que las bodegas simplemente tenían que preocuparse de elaborar un buen producto y establecer la red de distribución del mismo.

En estos tiempos, y más aún con la pandemia del COVID-19, una nueva realidad emerge ante nosotros con un cambio en el comportamiento del consumidor hacia el ocio y el consumo. Aylés está en el proceso de interpretar estas tendencias y adaptarnos a ellas.

La familia Ramón reconoce que Aylés «no solo es una bodega» y lo definen como «un territorio bien delimitado en el que naturaleza y el vino conviven de una manera muy especial. Tierras arcillosas, calizas y calcáreas dotan de esencia a este entorno de profundas cuevas y ríos subterráneos. Sin duda, un auténtico Pago con características propias que lo diferencian y distinguen de otros del entorno».

«Aylés no solo es una bodega, es un territorio bien delimitado en el que naturaleza y el vino conviven de una manera muy especial»