La Garnacha Blanca es una variedad en auge. Sus plantaciones se han recuperado y aumentado gradualmente en todas las zonas y dada su versatilidad se están elaborando grandes vinos como monovarietal y dentro de ensamblajes con Macabeo entre otras, encontrando en la región numerosos ejemplos de viñedos muy viejos. La uva es en realidad una mutación de la garnacha tinta y Aragón es el centro neuralgico de su área de influencia, centrada en la Ribera del Ebro, entre Navarra, La Rioja y Cataluña entre otras regiones. En Aragón encontramos algunos de los maximos exponentes distribuidos por todas las denominaciones aragonesas. El resultado de sus vinos muestra siempre vinos aromáticos con una acidez media y donde predominan las notas de fruta de semilla y hueso, y bocas carnosas y amplias. Algunos elaboradores trabajan esta variedad con sus lias e incluso con trabajo en madera para dar la version más compleja y longeva de la variedad.