Son muchas las referencias que sitúan su origen en Aragón y si es imposible asegurarlo, se puede afirmar sin ninguna duda que aquí su conocimiento ha pasado de padres a hijos durante al menos 800 años. No es de extrañar el amor con el que los viticultores hablan de la protagonista de sus campos.
En Aragón la encontramos en monovarietal y mezclada para potenciar el sabor de otras uvas. Sorprende con sus aromas especiados de frutas rojas, frambuesa, fresa y ciruela. Sus taninos seducen conforme envejecen, con un toque de regaliz, cuero o incluso pimienta blanca... un regalo para el paladar!
La garnacha es una de las uvas más fáciles de identificar. Los viñedos ofrecen racimos de gran tamaño, compactos y con granos de tamaño mediano, redondos y jugosos. Su piel es dura, gruesa y de tono azulado. Sus hojas son redondas sin lóbulos marcados.
Además de las variedades más características del tinto español, también hay hueco para el cava, los blancos o incluso sorpresas como el Riesling, el Cabernet-Sauvignon y el Gewürztraminer.